Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el objetivo principal de nombrar a los huracanes es mejorar la comunicación, tanto entre expertos como con la población general. Usar nombres facilita:
- Emitir alertas más claras y efectivas
- Evitar confusiones entre tormentas activas
- Recordar e identificar eventos peligrosos
Antes de esta práctica, los meteorólogos utilizaban coordenadas geográficas o números para identificar tormentas, lo cual resultaba confuso para el público.
Breve historia: de santos a nombres femeninos
- Siglo XIX y principios del XX: En regiones como las Antillas, los huracanes se nombraban según el santo del día en que tocaban tierra.
- Finales del siglo XIX: El meteorólogo australiano Clement Wragge comenzó a usar nombres femeninos para referirse a ciclones.
- 1953 (EE.UU.): Se estableció oficialmente el uso de nombres femeninos para huracanes en el Atlántico.
- 1978-1979: Se incorporaron nombres masculinos y comenzó el uso alternado entre hombres y mujeres.
¿Quién decide los nombres?
La OMM, con sede en Ginebra, es la encargada de mantener listas predefinidas de nombres para cada región oceánica:
- Atlántico
- Pacífico Oriental
- Pacífico Occidental (tifones)
- Índico (ciclones)
¿Se repiten los nombres?
Sí, pero cada seis años se reutilizan los nombres… a menos que un huracán haya sido particularmente destructivo o letal, como Katrina (2005) u Otis (2023). En ese caso, el nombre se retira de manera permanente por respeto a las víctimas y para evitar confusiones futuras.