Monclova, Coahuila. El 8 de enero de 1927 marcó el inesperado final de la circulación de “Doña Clarines”, una revista que, en poco más de un año, logró convertirse en un referente jocoso e irreverente de la región. Publicada por el General Manuel W. González, revolucionario destacado y originario de Lamadrid, Coahuila, esta revista no solo divertía, sino que también capturaba la esencia de la época con su estilo desenfadado.
Una revista con carácter
El propósito de “Doña Clarines” quedaba plasmado en su emblemático eslogan:
“Me dicen Doña Clarines, porque al moverla sin hueso, solo digo claridades, no creo que la luna es queso, me gustan las cosas claras y el chocolate espeso.”
Esta línea refleja el tono directo y humorístico que caracterizó a la publicación, que rápidamente ganó popularidad entre los monclovenses. Su precio de apenas 10 centavos la hacía accesible, y su contenido, enriquecido con publicidad bien aceptada, lograba una conexión única con el público.

Éxito y un misterioso final
Desde su lanzamiento, “Doña Clarines” vio un crecimiento constante en tiraje y calidad. Cada edición superaba a la anterior, consolidando su lugar en el corazón de los lectores. Sin embargo, de forma inexplicable, dejó de publicarse el 8 de enero de 1927, dejando a los habitantes de Monclova con la incógnita sobre su desaparición.
El legado de Manuel W. González
El General Manuel W. González, creador de la revista, fue mucho más que un revolucionario. Este visionario personaje también fue concesionario cervecero, produciendo cerveza en la ciudad de Sabinas, Coahuila. Aunque terminó sus días de manera modesta, su legado vive no solo en “Doña Clarines”, sino en su contribución cultural y empresarial a la región.
La revista permanece como un recuerdo de la riqueza cultural y humorística de Monclova, un reflejo de una época en la que el ingenio y la creatividad florecieron en la región.
Por Arnoldo Bermea, Cronista de la Ciudad.