Un martes frío del 11 de enero de 1938, Monclova fue testigo de un suceso que marcaría su historia. Ese día, varias detonaciones rompieron el silencio cerca del río Monclova, y al día siguiente, el hallazgo de un cuerpo flotando en las aguas de “El Huizachito” confirmaba los rumores. El cadáver pertenecía a Inés González Ballesteros, un conocido pistolero cuya muerte sería recordada como un caso lleno de misterio y violencia.
El crimen en el río
Inés González viajaba junto con otros hombres desde Castaños a Monclova en una camioneta Ford de 1932. La escena del crimen, descubierta por un vecino, mostró un ajuste de cuentas violento que, según los rumores, podría haber sido “por encargo” debido a las aventuras amorosas del pistolero con mujeres casadas.
González, un hombre temido y carismático, siempre portaba una pistola escuadra calibre .45 y lucía un sombrero Stetson ladeado con elegancia. Su presencia imponía respeto, pero también despertaba enemigos.
Sospechas y detenciones
El caso involucró a figuras conocidas, como José “Cheché” Maldonado, hermano del jefe de policía Gonzalo Maldonado, un hombre de reputación similar a la de Inés. José, alias “La Cuña”, fue detenido en Torreón tras cometer un robo y terminó vinculado al asesinato de González. En sus declaraciones implicó a otros personajes de Monclova, entre ellos el peluquero Lalo Barrera, quien fue arrestado y trasladado a la penitenciaría en Saltillo, aunque finalmente quedó exonerado.
Un trágico destino familiar
La tragedia persiguió a la familia de Inés. Tres años después, su padre, don Fructuoso González, encontró el cadáver de otro de sus hijos, también llamado Inés, en el municipio de Mina, Nuevo León. Este segundo Inés padecía trastornos mentales, sumando un capítulo más de desgracia a la familia.
Este relato, narrado por el cronista Arnoldo Bermea, revive una época en la que Monclova estaba llena de personajes emblemáticos, leyendas y sucesos que forman parte de su memoria histórica.
Fuente: Semanario Monclova, 16 de septiembre de 1939.
