Monclova, Coahuila.- La historia de Kenny William, su esposa Greyuri González y sus tres hijos pequeños es un reflejo de la lucha y esperanza de miles de migrantes venezolanos que buscan en Estados Unidos una oportunidad para escapar de la miseria y brindar a sus familias una vida digna. Actualmente, esta familia se encuentra temporalmente en un refugio habilitado en la Central de Bomberos, haciendo una pausa en su travesía debido a las bajas temperaturas que complican su recorrido hacia la frontera.
“No contemplo regresar a Venezuela”
Kenny William, quien trabajaba como cocinero en Venezuela, relata con dolor las razones que lo llevaron a emprender este arduo viaje. “Trabajé en varios negocios, pero los salarios no alcanzaban ni para comer. Por eso tomé la decisión de esta travesía. No pienso regresar a mi país porque allá nos morimos de hambre,” explicó.
La situación económica y social en Venezuela sigue siendo crítica, obligando a miles de familias a dejar su tierra natal en busca de un futuro mejor. En el caso de Kenny y Greyuri, el deseo de darles un mejor porvenir a sus hijos ha sido el motor principal que los impulsa a seguir adelante a pesar de los obstáculos.
Un alto necesario por el frío
El camino hacia la frontera ha estado lleno de retos, siendo el clima uno de los más recientes. La familia fue trasladada por agentes de migración al refugio temporal ubicado en la Central de Bomberos, donde permanecen bajo resguardo y reciben alimentación. A pesar de las condiciones difíciles, Kenny asegura que no pierde de vista su objetivo: llegar a Estados Unidos, realizar los trámites necesarios y comenzar una nueva vida.
“Nos detuvimos unos días por el frío. Migración nos interceptó, pero solo porque mi piel es oscura. Somos una familia tranquila, no estamos aquí para causar problemas,” afirmó.
La fuerza de una familia unida
Greyuri González, esposa de Kenny, comparte el mismo espíritu de esperanza y fortaleza que su marido. Consciente de los desafíos que implica empezar de cero en un país extranjero, se muestra confiada en su capacidad para adaptarse al estilo de vida estadounidense. “No tenemos familiares en Estados Unidos, pero eso no será un problema. La única forma de salir de la miseria es seguir adelante,” declaró.
Greyuri, al igual que su esposo, enfatiza que su mayor motivación son sus tres hijos pequeños, a quienes desea garantizarles un futuro lleno de oportunidades. “Vamos con la bendición de Dios y con plena confianza de que lograremos cruzar y comenzar una nueva vida en Estados Unidos,” expresó con determinación.
Fe y esperanza en medio de la adversidad
A pesar de las adversidades, esta familia venezolana se aferra a su fe como guía en su travesía. Con más de dos meses en el camino, aseguran que cada paso dado ha sido con la convicción de que su esfuerzo valdrá la pena. Su historia es un recordatorio de la valentía y resiliencia de aquellos que, dejando atrás todo lo que conocen, arriesgan todo por un futuro mejor.
“Confiamos en que Dios está con nosotros en cada paso que damos. No es fácil, pero estamos seguros de que lograremos nuestro sueño,” concluyó Kenny.