La enfermedad saturó los panteones y llevó a implementar estrictas medidas sanitarias
Monclova, Coahuila.- En abril de 1849, Monclova enfrentó una de las pandemias más devastadoras de su historia: el cólera morbus, conocido popularmente como el “cólera chico”. Ante el avance de la enfermedad, las autoridades locales establecieron una Junta de Sanidad para tomar medidas urgentes, incluyendo la creación de un nuevo Campo Santo debido a la saturación de los panteones existentes.
La comisión encargada seleccionó un terreno al poniente de la ciudad, en la zona donde actualmente se encuentra la Rectoría del Sagrado Corazón. Este nuevo panteón, denominado de Santiago, sustituyó al antiguo “Camposanto Viejo”, ubicado donde hoy opera la Escuela Club de Leones No.1.
Medidas sanitarias y control de la epidemia
Para frenar la propagación del cólera, el Ayuntamiento implementó diversas acciones, entre ellas la reparación del Hospital Real, la prohibición del uso de la acequia de propios para el lavado de ropa y la orden de que las lavanderas utilizaran únicamente el río.
Además, se emitieron recomendaciones de higiene personal poco comunes para la época, como bañarse al menos una vez por semana. También se establecieron restricciones en la dieta, el vestuario y hasta en las emociones, pues se creía que los estados anímicos influían en la salud.
El gobierno estatal envió medicinas a diferentes puntos de la región, distribuidas por figuras clave como Manuel de Hoyos en Castaños, Andrés Arcona en Estancias y el Comisario de Policía en las Adjuntas.
Remedios y apoyo médico
Entre los remedios empleados contra el cólera figuraban cataplasmas e infusiones de café, hierbabuena, menta y colombo, recetadas por médicos de la época. Un extranjero de nombre Enrique Bachermarnes afirmó haber encontrado una cura para la enfermedad y exigió al Ayuntamiento el pago acordado por sus servicios.
Por otro lado, el sacerdote José María Mejía, quien cubría interinamente el curato de Monclova, fue ampliamente reconocido por su entrega durante la crisis, administrando sacramentos día y noche a los enfermos sin temor a los riesgos de contagio.
La epidemia del cólera de 1849 marcó un capítulo difícil en la historia de Monclova, impulsando cambios en la salud pública y dejando un legado de resiliencia en sus habitantes.
Arnoldo Bermea
-La Historia nos une-
