Monclova, Coahuila. Alfredo, un hombre de 30 años, llegó hace algunos meses desde Ciudad Acuña a Monclova, donde vive en situación de calle. Sin familiares que lo apoyen o un lugar fijo para dormir, Alfredo asegura que, a pesar de todo, es feliz con su estilo de vida.
Una vida en la calle
Los vecinos de la colonia Primero de Mayo ya se han acostumbrado a verlo recorrer las calles. Alfredo, siempre con una cobija que alguien le regaló para protegerse del frío, no molesta a nadie y, ocasionalmente, recibe alimentos de personas solidarias. Su caminar lento y descalzo es parte de su rutina diaria, aunque rara vez sonríe.
A diferencia de otras personas en situación de calle, Alfredo accedió a platicar brevemente. Relató que llegó a Monclova “de casualidad” y no recuerda cómo ni cuándo dejó Ciudad Acuña, su tierra natal. Antes de esta situación, trabajaba en diversos oficios, pero las circunstancias lo llevaron a perderlo todo, incluso el contacto con posibles familiares.
“No tengo familiares aquí, tampoco recuerdo si en Acuña hay quienes me esperan. Ya me acostumbré al frío y a vivir en la calle”, comentó Alfredo mientras continuaba su camino, arrastrando su cobija y sin calzado.
Solidaridad y límites
Aunque los vecinos de la calle del Paso han intentado persuadirlo para que se aloje en un albergue, Alfredo siempre se niega. Afirman que su vida está en las calles, y que duerme donde lo sorprende la noche, a pesar de las inclemencias del tiempo y el frío que lo acompaña.
Su caso refleja la realidad de muchas personas en situación de calle, quienes a pesar de las adversidades encuentran en su entorno un espacio de pertenencia, aunque este no les brinde la protección que necesitan.
Alfredo continúa su caminar, silencioso, envuelto en su cobija y con una tranquilidad que, a los ojos de quienes lo observan, parece tan misteriosa como su propia historia.
