De la mano de Dios: Testimonio de transformación de Erik Cepeda en el Centro de Fe, Esperanza y Amor

Erik Cepeda es un ejemplo de esperanza y superación. A tan solo unos días de intentar acabar con su vida debido a la adicción a las drogas, ha encontrado un nuevo camino gracias al apoyo que recibe del Centro de Fe, Esperanza y Amor, un lugar de rehabilitación que lo ha acompañado en su proceso de recuperación. Con el apoyo de este centro, Erik ha comenzado a ver una transformación en su vida y se muestra decidido a continuar su tratamiento hasta recuperarse por completo y poder regresar con su familia.

Una segunda oportunidad en el Centro de Fe, Esperanza y Amor

En su testimonio, Erik afirma con firmeza: “No me voy a ir, seguiré los tratamientos hasta que pueda regresar con mi familia, reencontrarme con quienes me quieren. Recibo atención médica, pláticas de cómo salir adelante, terapias que me han ayudado a reencontrarme conmigo mismo y ahora empiezo a ser una nueva persona”. Su historia refleja el impacto positivo que puede tener un lugar de rehabilitación bien estructurado, con atención integral para los adictos.

Erik recordó cómo su vida tocó fondo, llevando a cabo el acto desesperado de intentar suicidarse, pero gracias a la intervención de los profesionales del centro, ha comenzado a reconstruir su vida. Con cada día que pasa, su esperanza crece, y él mismo se siente más animado, fortalecido por su fe en Dios, quien le ha mostrado un nuevo propósito.

El enfoque terapéutico en el Centro de Fe, Esperanza y Amor

Valentín Bustos, pastor y director del centro, explica que el proceso de rehabilitación no se limita a intervenciones médicas, sino que también incluye terapias de apoyo emocional y espiritual. “En nuestro centro hacemos las cosas bien, sin golpes, sin disciplinas inhumanas. Incluso contamos con tres secciones: femenil, varonil y juvenil, ya que no todos pueden ser tratados de la misma manera, dependiendo de la edad y el grado de drogadicción que presentan”, señala Bustos.

Este enfoque integral busca tratar no solo los síntomas físicos de la adicción, sino también los factores emocionales y espirituales que afectan a los internos. Según Bustos, lo más importante es el amor propio, y para esto, cada persona es tratada con dignidad y respeto, en un ambiente seguro y de apoyo constante.

Un ministerio dedicado a ayudar, no a lucrar

El pastor también recalca que su ministerio no se basa en hacer negocio con las personas que llegan al centro en busca de ayuda. “No es solo rentar una casa particular y meter a los adictos. Se requiere atención médica adecuada, terapias por parte de psicólogos y, lo más importante, oración, que forma parte fundamental de nuestro ministerio”, afirma Bustos.

El Centro de Fe, Esperanza y Amor es un lugar que no solo ofrece tratamiento físico, sino también un espacio donde la fe y el amor juegan un papel crucial en la rehabilitación. El enfoque cristiano, junto con el apoyo profesional, proporciona una combinación poderosa para aquellos que buscan una verdadera transformación.

La ayuda basada en el amor y la fe

Valentín Bustos asegura que, de la mano de Dios, seguirán rescatando a muchos jóvenes atrapados en las redes de la adicción. “Vamos a seguir rescatando muchachos, haciendo nuestro trabajo con amor. La ayuda que reciben los internos está adaptada a su edad y condición. Además, no tienen contacto con las chicas, ya que cada grupo recibe terapias diferentes que arrojan buenos resultados”, explica el pastor.

El trabajo del centro es claro: brindar un tratamiento personalizado que permita a los internos superar la adicción y reconstruir sus vidas, guiados por el amor y la fe. La combinación de terapias médicas, psicológicas y espirituales ha demostrado ser efectiva, y más jóvenes como Erik Cepeda siguen siendo testigos de este proceso de sanación.

Una esperanza renovada

Erik, con la ayuda del Centro de Fe, Esperanza y Amor, ha encontrado una segunda oportunidad. Ahora, con la firme determinación de seguir adelante, está listo para regresar a la vida que siempre soñó, rodeado de amor y apoyo. Su testimonio es un ejemplo de que la recuperación es posible cuando se tienen las herramientas adecuadas, tanto físicas como espirituales, para sanar.

Con este tipo de centros, que no solo tratan la adicción sino también los aspectos emocionales y espirituales de las personas, es posible ofrecer a muchos más jóvenes una esperanza renovada. La ayuda brindada a través de la fe y el amor puede cambiar vidas, y de la mano de Dios, más jóvenes podrán encontrar un camino hacia una vida libre de adicciones y llena de nuevas oportunidades.

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